22 de septiembre de 2006

Meilenwerk, IFMA y el Welt Kindertag

Este pasado fin de semana, para no variar, ha sido muy movido.

El sábado por la mañana fuimos a la inauguración de un nuevo centro permanente en torno al vehículo clásico: Meilenwerk.

Esta asociación y como segunda sede (la primera está en Berlin), ha rehabilitado unos antiguos hangares de reparación de trenes, y en ella se ofrece a todas las empresas del sector unas instalaciones para desarrollar sus actividades. Por ello, podemos encontrar allí varios vendedores de coches clásicos, tiendas de venta de piezas de recambio, tiendas de ropa, talleres de restauración, sastres para el retapizado de vehículos, representante de Bosch para vehículos antiguos, plaza de garage acristalada para exponer tu precioso coche, exposición fija de antiguos, conferencias, etc... Pero lo mejor es que veais las fotos y los vídeos en Googlevídeo (Haced una búsqueda con la palabra Meilenwerk).

Para acudir al evento, y en previsión de los numerosos vistantes y falta de plazas de aparcamiento, habían organizado un viejo tren de vapor desde la estación principal de Düsseldorf. Otra experiencia nueva que vivió toda la familia. Un tren que echa humo negro y unos vagones de época con su interior de madera. Fotos aquí.

Por la tarde la madre y los peques difrutaron del buen tiempo y de la piscina de la Rheinbad y yo aproveché para ir a Colonia a ver la feria de la bicicleta IFMA. (En este enlace os he redirigido a una entrada de otro de mis Blogs).

Pero lo mejor fue por la noche. Habíamos organizado una velada para los padres, dejando a los diablos en casa al cuidado de Agnes, nuestra babysitter. A las 19h00 nos fuimos a cenar en plan novios y a continuación a la Monkey Island a tomar una copa al aire libre al borde de Rin tumbados en hamacas.

Después una pequeña vuelta en descapotable a nuestra ciudad de acogida y a las 23h00 en casita. Hacía mucho tiempo que no disfrutábamos de nuestra soledad en pareja. Tras esta velada acordamos que debíamos repetir más a menudo, pues le viene muy bien a la relación de pareja, que a veces queda sepultada entre las miles de tareas que traen el educar a tres diablillos.

El domingo fue el Welt Kindertag, que traducido al cristiano significa el día mundial del niño, y para ello se había vuelto a llenar el paseo fluvial del Rin de casetas, pero esta vez con casetas de cada una de las asociaciones de padres, guarderías, colegios de Düsseldorf y alrededores. En ellas, los peques podían hacer todo tipo de actividades lúdicas. Desde pintar, hacer cometas, hacer pan hasta ordeñar un vaca. Los nuestros se lo pasaron fenomenal, y prueba de ello es que tardamos 6 horas en recorrer los dos kilómetros de puestos.

Acabamos en el parlamento, dónde celebraban un día de puertas abiertas para darse a conocer a los más pequeños. Y allí tenemos a nuestra Raquel presidiendo al parlamento de NRW.Por cierto, para ir y volver del Rin, fuimos en nuestro medio de transporte favorito: la bici, y esta vez con Marco como estrella invitada. Pincha aquí.

Aquí tenéis las fotos del domingo.

14 de septiembre de 2006

Ya tenemos un nuevo ciclista.

Ayer al volver a casa del trabajo, Marco me quiso enseñar algo. Me hizo bajar con él y su bici a la calle, y allí me enseñó como ya sabía andar en bici sin ruedecillas de retención.

Había aprendido esa misma tarde con su madre. Y lo hizo, al igual que sus dos hermanas pero con dos años menos, por medio de la "Laufrad", una bici de dos ruedas y pero sin pedales.

Es asombroso, cómo con ese tipo de bici y en unos pocos meses aprenden sin miedo a tener equilibrio sobre dos ruedas. Cuando el niño empiece a levantar los pies del suelo ya puede pasar a una bici normal y en unos pocos metros y como por arte de magia, vereis como vuestro hijo pedalea como si lo hubiese hecho toda su vida.




Marco tuvo que realizar un paso intermedio: una bici con ruedecitas. Porque no sabía pedalear. Pero tras una semana le quitamos las ruedecillas y ya está.

Hoy ya fue feliz y contento al cole pedaleando.

Zandvoort

Increible pero cierto: Este domingo hemos estado tumbados al sol en la playa al borde del Atlántico. Los niños y el padre haciendo agujeros y castillos en la arena y la madre tostándose al sol.

Era una estampa inimaginable desde estar un mes completo sin un rayo de sol. Véase el post anterior "Agosto".

Por fin llegó un fin de semana completo con sol y nos fuimos a la costa holandesa. En apenas tres horas nos presentamos en el pueblo de Zandvoort y tras aparcar, cargados con todos los bártulos (toallas, cubos, palas, rastrillos, ...) nos instalamos en la arena.

Las playas holandesas son kilométricas y con mucha anchura, por lo que ya puede estar medio Alemania y parte de Holanda en la playa que nunca habrá problema de sitio.

En la parte de arriba está lleno de chiringuitos con sus hamacas y sombrillas, donde puedes comer y beber, o llevarte lo comprado a la toalla.

Pero lo mejor de todo es que por la playa circulan tractores con un remolque-cocina y se paran cada kilómetro. Allí puedes pedir toda clase de variedades de pescado fritas, con patatas y demás guarniciones.

Así que no hace falta casi levantarte de la toalla pues te traen la comida a borde de playa.

Los enanos se bañaron a pesar de un agua congelada y estuvieron saltando olas sin parar. También pudimos coger cangrejos, que se escondían bajo la arena al verte.

Los peques acabaron agotados del intenso día. Prueba de ello fue que durmieron durante todo el viaje de vuelta.
El pueblo es bonito, con una construcción peculiar, de casas alineadas con no mas de dos pisos de altura. Muchas con tejas de cerámica coloreada brillante y otras tantas con tejado de heno. Todas con un pequeña parcelita de terreno, pero lo que más destaca es el orden, la pulcritud y lo cuidado que está todo. Casas con enormes cristaleras y sin una sola cortina, lo que permite ver todo lo que acontece en su interior.

Al llegar a casa, nos esperaba la rutina de los deberes, baños, cena y rápido a la cama. Pero esta vez teníamos un sentimiento de felicidad, por haber pasado un buen día. No os podéis creer lo que animan unos rayos de sol.

Esta vez podéis ver las fotos en un nuevo servidor de fotos que estoy probando: el de Picasaweb. Otro nuevo servicio de Google. Tenéis el enlace en la parte derecha, pero también podéis pinchar aquí.

Un curso de conducción.

Solo se que no sabía nada.
Esa es la máxima que puedo enunciar tras la primera parte de un curso de conducción de tres días.

Es un curso pagado por mi empresa y organizado por la ADAC, que sería un equivalente al RACE español, pero con mucha mas influencia en el sector. Poseen muchos más socios, ofrecen ayuda en carretera, seguros, análisis de tráfico, revistas varias, y son muy tenidos en cuenta por el gobierno a la hora de dictar leyes y normativas. Y entre otros tienen una serie de centros repartidos por el territorio alemán para impartir cursos de conducción.

Yo lo hice en uno que poseen a 20 km de Düsseldorf, en el pueblo de Grevenbroich. Unas instalaciones de 120.000 m2 con diversos tipos de circuitos, para practicar todo tipo de situaciones que uno se encuentra en la carretera y debe aprender a corregir.

Lo bueno de aquí es que cuando cometes un error no pasa nada, como mucho haces unos trompos y se paras dentro de la pista.

Esta primera parte estaba orientada a saber frenar en todo tipo de situaciones (curva, recta, distinta rugosidad de asfalto) y estados de la carretera: seco, mojado y con hielo.

Nada más empezar y a pesar de llevar 20 años conduciendo, me demostraron que no tenía ni idea de frenar un vehículo. Y con cuatro pequeños conceptos, reduje considerablemente mi distancia de frenado.
A parte realizamos ejercicios de esquivado de obstáculos y de recuperación del control del vehículo en caso de que el eje trasero se vaya bruscamente hacia un lado.

Todo perfectamente organizado, con una puntualidad impresionante y con mucha seguridad.

Cada alumno acudía con su coche, para así aprender a corregirlo en las situaciones extremas de agarre, pero a ninguno de los 12 participantes le ocurrió nada. Eso si, si los ejercicios hubiesen sido situaciones reales, nuestros 12 coches eran siniestro total.

Os recomiendo que si alguna vez tenéis la oportunidad de realizar este tipo de cursos, lo hagáis sin dudarlo. No se sabe nunca si pasaremos por una de esas situaciones, y para entonces será mejor saber qué hacer para poder evitar un accidente.

5 de septiembre de 2006

El hipódromo

Otro nuevo descubrimiento en nuestro pueblo de acogida: Las carreras de caballos.

Cerca de casa, a unos 5 km, está el bosque de Grafenberger Wald y en su interior se halla el Trabrennbahn (Hipódromo) de Düsseldorf. Este Domingo realizaban una sesión de carreras dedicada a los niños, y decidimos acercarnos.

Pudimos ver unas cuantas carreras, la presentación de los caballos en un pequeño recinto al público para que puedan elegir a qué caballo han de apostar, y todos los puestos de comida que organizan alrededor del evento.

En una de las carreras se escapó el caballo del cajón y hubo que esperar a que este diera la vuelta a la pista, sólo, sin jinete, para dar la salida del resto de caballos. Fue gracioso.

Lo mejor de todo es que los niños tuvieron derecho a una Bratwurst (salchicha asada entre dos panes con mostaza o tomate) gratis. Cosa increíble entre los alemanes.

Tenéis fotos en Flickr y en Picasaweb. Que las disfrutéis.