
Armada de su portátil y de su conexión wifi, alivió su estado de angustia encontrado un destino para el fin de semana que se nos echaba encima: Koblenz y la ruta del Rin.
Para ello localizó una buena oferta para una noche en una Ferienwohnung (Casa de alquiler) en el pueblo de Braubach a 20 km al sur de Koblenz.
Llegó el sábado y tras preparar una pequeña maleta y la caja de comida para el fin de semana y los cinco, a las 10h00 estábamos listos saliendo por la puerta del garaje y rumbo a Koblenz.
Tras localizar la oficina de turismo de la ciudad, y ser despachados de ella en menos de 30” y con el plano de la ciudad bajo el brazo, iniciamos nuestro recorrido a pie por la ciudad. La señora de la oficina de información daba la impresión de que sólo te concedía un pregunta. Tras contestarla, ya miraba al siguiente de la cola para ver que quería. Raquel se tuvo que poner tres veces a la cola para hacer tres preguntas.
Visitamos la parte vieja de la ciudad y en especial, la Deutsches Ecke (Esquina alemana). Se trata de la esquina formada por la unión de dos grandes ríos alemanes: El Rin y el Mosel. Allí se ha construido un monumento en honor a la unidad alemana. De allí vuelta a la parte vieja a la búsqueda de una buena cervecería para comer un buen plato alemán.

Eran las 16h00 y nos dirigimos al pueblo de Braubach, dónde íbamos a pernoctar. Tras contactar con la dueña y la visita de presentación de la casa, nos quedamos los cinco instalando nuestras cositas en la casita. Raquel tiene buen ojo y nos localizó una casa estupenda con todo lo necesario y más. Una pequeña visita al pueblo y a casa a cenar unos buenos filetes comprados el viernes en Düsseldorf.
Al día siguiente nos dirigimos por todo lo largo de la orilla del Rin viendo los castillos que se hallan en las colinas a ambos lados del río. Son innumerables, a cada curva que da el río, aparecía otro castillo. La mayoría restaurados y ocupados ahora por hoteles pero alguno en ruinas también. La verdad es que es una ruta que debe hacerse por lo bonito del paisaje. ¡¡¡Hasta hay un castillo en medio del Rin!!!
Bajamos así hasta Rüdesheim, dónde después de visitar su parte vieja, comimos un buen Schnitzel (Filete de cerdo empanado). Después de comer cruzamos a la otra orilla para volver sobre nuestros pasos en dirección norte. Pero para ello cruzamos en barco transbordador. Los peques alucinados.

En poco menos de dos horas ya estábamos sanos y salvos en casita de Düsseldorf. Los niños agotados y Raquel satisfecha de su excursión. ¿Cuánto tardará en volver a estar nerviosa como osa en jaula encerrada? No lo se pero ayer ya la sorprendí mirando alojamiento para Hamburgo...
Pero este próximo fin de semana toca quedarse en Düsseldorf para visitar el mercado de Navidad y quizás hagamos una excursión a Neanderthal para ver el yacimiento y el museo.
Una excursión digna de repetir, quizás otra vez en verano para que así el sol nos luzca mejor las vistas.
Y como siempre las fotos: Aquí