13 de diciembre de 2005

Otra costumbre alemana.

Ayer fui víctima, como muchos otros conciudadanos, del robo de mi querida bici de ciudad.

Como todos los días en que la lluvia no hace acto de presencia, me trasladé con ella al trabajo. A las 16h00 cuando salí de camino a casa, con la llave en la mano y en el lugar dónde recordaba haberla dejado aparcada, me quedé como un tonto mirando un sitio vacío.

Había desaparecido hasta el candado.

Estaba todo tan vacío, que hasta me hizo dudar si había ido con la bici al trabajo.

Es una pena, pues me hacía muy buen servicio y ya sabéis que en Dusseldorf sin bici no eres nada.

Esta tarde, si tengo tiempo, iré a la comisaría a poner una denuncia. También tiene su lado positivo, así repaso el vocabulario del tema en cuestión (poner una denuncia, robar,…) y luego puedo publicar otro post con mi experiencia en una comisaría alemana.

Hoy he ido al trabajo con la bici de Raquel, que dice que no le importa que se la roben pues no le acaba de gustar cómo anda. Es un poco pesada y tiene el freno trasero en el buje trasero, lo que la hace un poco difícil de manejar.

Sniff, sniff, sniff…

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