Aprovechando que tenemos Au-pair, que hacía buen día y que me apetecía hacer unos cuantos kilómetros descapotado, llegamos Raquel y yo rápidamente a un acuerdo. No tengo que aclarar que a Raquel le costó poco decidirse. Nos íbamos a Lieja, una ciudad belga a una hora y media de Düsseldorf.
A pesar de la Au-pair, se nos coló Marco, que no le acaba de coger el gustillo al descapotable y estuvo muy quejita. La próxima vez se queda con sus hermanas y Mathilde.
Después de conseguir salir de nuestro barrio, el cual estaba sitiado por la media maratón de Düsseldorf, nos dirigimos por la autopista hacia Lieja.
Yo me esperaba ver una ciudad bonita, pero nos encontramos una ciudad poco turística, muy sucia y con pocas edificios elegantes que ver en el centro. Quizás como decía Raquel, es porque llevamos una media muy alta últimamente.
La ciudad se forma al pié del río Meuse, que también es navegable, y por ser domingo, a lo largo de toda su orilla se organiza un mercado. Mercado de flores, carne, verdura, fruta, ropa y con mucho asombro: de pescado. Qué alegría ver pescado fresco!!! Tanta que nos compramos medio kilo de langostinos cocidos, que luego nos comimos en un banco a la orilla del río. Marco prefirió patatas fritas.
Después de dar una pequeña vuelta por la ciudad con el coche, volvimos hacia Düsseldorf, pero esta vez la segunda parte del camino, la hicimos por carreteras nacionales evitando la autopista.
Raquel se quedó con una “fotografía” que seguro echará de menos cuando volvamos a España: el color verde del campo.
Llegados a Düsseldorf, cambiamos el coche por nuestras bicis, y todavía tuvimos tiempo para tomarnos un helado y una cerveza por el casco viejo.
Y este fue el último día de estas seis semanas de verano que hemos tenido. Hoy como bien han anunciado los metereólogos, llueve. Aunque también es necesaria, porque ya estaba la ciudad un poco polvorienta y con mucho polen en el aire.
Nuestras fotos aquí.
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