16 de abril de 2007

Semana Santa en la Selva Negra


Nuestras vacaciones las teníamos organizadas en torno a un poco de turismo en la parte Sur-Oeste de Alemania.

En concreto queríamos visitar Heidelberg y la zona de Friburgo.

Salimos el viernes por la tarde con los niños recién recogidos del colegio hacia Heidelberg. Allí teníamos reservada una Ferienwohnung (el equivalente a una casa rural) para la noche del viernes al sábado.

Al llegar tomamos posesión de nuestra vivienda. Un apartamento a pie de calle, pero en un patio interior de manzana, por lo que teníamos nuestra propia terraza. La vivienda equipada de arriba abajo, con todos o incluso más lujos que en nuestra casa. La verdad que en cuanto a equipamiento es una de las mejores que hemos tenido. Había hasta una maquinita para hacer nuestra propia agua con gas a partir de agua del grifo, con la que estuve jugando un buen rato.


Llegamos bastante pronto, por lo que ya por la tarde pudimos visitar la zona del castillo y posteriormente disfrutar del sol al borde del río Neckar, mientras los peques jugaban al lado en un parque de juegos. Estábamos rodeados de universitarios lo que le daba mucha vida a la ciudad.

El sábado por la mañana, después de un copioso desayuno, volvimos al centro para pasear por sus calles y a la hora de comer nos dejamos caer en una terraza de la plaza de la catedral.

Heidelberg es una ciudad muy bonita, con la construcción típica de esta zona y con todo el centro peatonal, lo que la hace muy agradable de pasear.

Nuestras fotos están en este enlace.

Y tranquilamente por la tarde nos dirigimos a nuestra siguiente Ferienwohnung en Friburgo. Muy a pesar de Marco, pues él no quería marcharse, porque dejaba allí a un gato con el que estuvieron jugando, y a pesar de unos cuantos merecidos arañazos, se había encariñado con él.

Antes hicimos un pequeño recorrido por la ciudad para tener una pequeña toma de contacto.

Allí nos esperaban los dueños, que tras la entrega de llaves nos propusieron participar en una visita y cata de vinos en la bodega familiar.

¿Y porqué no? Allí que nos presentamos para ver una bodega de la región. En cuanto a la visita nada que ver con lo que conocemos de la Rioja. En 15 minutos estaba ventilada y la gente estaba más interesada por la cata que por ver una prensa y unas pocas barricas desordenadas. La única que hizo unas preguntas al bodeguero, fue Raquel.

Pasamos a la cena de Flammkuchen, una mezcla entre Pizza y Quiche muy típica de la región, con cata de vinos. Bebimos 7 vinos diferentes elaborados por ellos y algunos premiados por no se qué asociaciones. Hay que reconocer que sacar 7 vinos diferentes a partir de dos tipos de uva, tiene su mérito y sobre todo para la producción que podían tener en esa bodega. Esos si, los cobraban bien. La botella más barata rondaba los 10€ y las había por 25€.

Catamos 3 blancos, un rosado y dos tintos y un tinto a partir de uva húngara que importaban desde el país vecino. Cada vino era presentado por el bodeguero, enumerando su proceso de elaboración, sus aromas y con qué tipo de comidas debían ser tomados. Los blancos estaban muy buenos y los tintos, aunque se bebían bien, no son a lo que estamos acostumbrados.

Eso si, os podéis imaginar cómo acabamos todos con al menos 7 copas de vino en el cuerpo. Menos mal que la bodega estaba a 100m de la casa y que no había que coger vehículo alguno. Pero al día siguiente estábamos en forma y sin resaca.

Al día siguiente nos esperaba Estrasburgo (Francia). Llegamos por la mañana y visitamos sus típicas y bonitas calles, la catedral, el barrio de pescadores, los canales,…Una ciudad muy bonita y que si tenéis ocasión de ver os la aconsejamos. Mucho ambiente y mucho turismo. Una pega fue la cuenta que tuvimos que pagar por unas pizzas mal hechas.

Las fotos aquí.

A la vuelta de Estrasburgo, nos quedaba un poco de tiempo para visitar Titisee. Un bonito lago en la Selva Negra. Disfrutamos de un rico pastel y café en un bonito hotel a las orillas del lago y visitamos la pequeña población que allí se encontraba. Todo lleno de turistas como nosotros. De vuelta a casa, paramos para ver un poco más cerca las instalaciones de salto de ski de invierno. Hay que tener narices para saltar desde allí.

Al día siguiente, el lunes, nos esperaba una visita a Friburgo y por la tarde a Colmar, un pueblecito de la alsacia francesa. Podéis ver la belleza de las poblaciones en las fotos.

Remarcable de Friburgo, fueron los canalillos que bordeaban las calles de la ciudad y las casas de estilo medieval. En Colmar nos llamó la atención sus casas y los pequeños canales navegables al estilo de Venecia.

El martes era nuestro día de regreso a Düsseldorf, pero para no hacerlo tan largo, hicimos una parada en el pueblo de Baden Baden. Conocido por sus aguas y baños termales. Todo montado para que los ancianos de la alta clase económica alemana se recuperen de sus dolencias. Todo muy limpio, ordenado, y muy tranquilo.

El punto común en todas estas localidades que hemos visitado ha sido el agua, pero no en forma de lluvia, sino en forma de ríos, lagos, canales,…Deberíamos aprender de los alemanes, la forma de aprovechar estos elementos y construir nuestras ciudades en torno a ellos. El conjunto hace unas ciudades hermosas y agradables de vivir.

Otro elemento que no dejamos de ver en todos estos días, fue el sol. Hasta volví moreno a Düsseldorf.

No hay comentarios: