
Este fin de semana, ha sido el fin de semana de Raquel. El sábado, con la excusa de ir a comprarme ropa, fuimos a un almacén de la marca de ropa “Esprit”, dónde retiran la ropa no vendida en las tiendas, por pequeños defectos, o manchas o simplemente por estar fuera de temporada, y claro está, a un precio más o menos rebajado.
En ese almacén el deporte conlleva las siguientes reglas: Ir haciendo cola desde una hora antes de la apertura de las puertas, cola vigilada por vigilantes de seguridad de la propia tienda de manera a cumplirse las normas de formación de una cola. Pocos segundos antes de la apertura de la cola, romper con las normas y agolparse en la puerta, y tras la apertura de la misma, correr alocadamente por los pasillos e ir recogiendo toda la ropa que uno alcance a coger, independientemente de su precio, y de si te interesa la prenda o no. Una vez rellenado hasta los topes, el carro que ágilmente se ha cogido a la carrera, acudir a los probadores e ir probándose toda la ropa que se pueda, aquella que no interese se tira al suelo. La sesión de deporte finaliza con el paso por caja y calentar la banda magnética de la sufrida tarjeta de débito (En Alemania las de crédito están mal vistas).
Como nosotros estamos educando a nuestros hijos en la dirección de alejarlos de las aberraciones del ser humano, acudimos a tal local deportivo, una hora después de su apertura. A pesar de estar descalificados, por no cumplir la primera regla de participación, nos permitió observar a los participantes, así como las triquiñuelas empleadas para ganar puntos en la carrera a la caja. Por ejemplo, al haber sólo 15 probadores para 300 personas, las participantes olvidan su pudor y se cambian directamente en medio de los pasillos, para “deleite” de alguno de los percheros andantes que allí acompañaban a sus mujeres. Si por que los hombres, somos reducidos a meros percheros con patas, que van acumulando las ropas elegidas.
Nada más entrar, Sofía que estaba conmigo, me comentó que no le gustaba esa tienda y Marco le comentó a su madre, que por qué lo tiraban todo al suelo.
Toda una nueva experiencia.
Para el que quiera vivirla, sólo tiene que dirigirse a la calle Am Rosenkothen 2, en Ratingen pueblo en los límites de Düsseldorf.
El Domingo habíamos quedado con otras dos parejas de españoles, con hijos de las mismas edades que los nuestros, para visitar un pueblo holandés llamado Roermond.
Pero el fin de la visita no era turístico sino seguir de compras. En este pueblo se halla el auténtico paraíso. Un Outlet que está abierto todo el año.
Qué que es un Outlet?, no es mas que un pueblecito en miniatura donde las calles las forman tiendas de ropa de marcas conocidas: Hugo Boss, Bennetton, Polo Ralf Lauren, Lacoste, Hermenegildo Zegna,….Y todo son facilidades para permitirte comprar a gusto: si te estorban los hijos, puedes dejarlos en una guardería que te cobra 3€/hora, hay payasos por las calles hinchando globos para entretenerlos. Y como no, tienes unos restaurantes para permitirte hacer una parada a mediodía y seguir quemando la banda magnética de la tarjeta. Además todos los productos se hallan rebajados de precio, al menos en un 30%, pero ya sabéis que un 30% en algo caro, sigue siendo caro. Aunque la compra te deja un buen sabor de boca, pues has conseguido un artículo rebajado.
Los maridos nos encargamos de los niños, por lo que las mujeres pudieron comprar a gusto. Y los peques disfrutaron en compañía de sus amigos de la zona de juegos (Bajo una cubierta y con suelo de caucho) y de los hermosos globos que les preparaba un payaso. La verdad es que era un artista haciendo globos con formas.
En el restaurante al que acudimos, había en el medio una piscina de bolas, en la que los niños estuvieron zambullidos por lo menos dos horas. Vinieron un par de veces a la mesa, llorando porque les había tirado una bola otros niños holandeses. Cuando fui a ver que pasaba, más bien era al contrario. Los españoles tenían acorralados a los holandeses en una esquina, y los pobres se defendían como podían. Os imagináis quién estaba en primera fila disparando bolas sin parar: Pues si, Marco.
Por la tarde conseguimos sacar a las mujeres del Outlet, y fuimos a dar una vuelta al pueblo. Muy bonito, y con la arquitectura típica holandesa. Eran ya las seis de la tarde y las tiendas estaban echando las verjas, pero resulta que también habían estado abiertas. En Holanda, en el primer domingo de cada mes están abiertas todas las tiendas.
A pesar de estar rodeados durante el día de tentaciones, sólo volvimos a casa con un pantalón para Raquel.
Un detalle que me llamó la atención, fue que el aparcamiento, que allí había para albergar a los miles de vehículos de los visitantes, era de pago (2€/día), pero no tenía ninguna barrera de entrada y salida para obligarte a pagar. Pues todos los alemanes y holandeses que allí había aparcados iban religiosamente al cajero a pagar su cuota. Tampoco había vigilancia. Esto en España no funcionaría, hasta seguro que pasados unos meses, algún gamberro se habría llevado los parquímetros a casa.
La verdad es que fue un domingo diferente y lo pasamos bien tanto niños, como mujeres y maridos.
Mas fotos del día podéis ver en nuestra web
1 comentario:
Vaya, vaya, pero cómo os lo pasáis!!!!
Nos hemos partido de risa mamá y yo comentando por tfno. "el paraíso de las mujeres".
Y Marco, se tiraba en plancha? No le falta decisión, no...
A que son una monada los pueblecitos holandeses? tan limpitos....y las casitas tan cucas..
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