27 de junio de 2007

Due Spritze per favore.



El Spritze es el aperitivo típico de Venecia. Consiste en una mezcla de Vino rosado, Campari y soda, y fue uno de los muchos descubrimientos de nuestros 5 días de vacaciones en esa preciosa ciudad italiana.

Unas vacaciones inolvidables en una hermosa ciudad. Me quedé con las ganas de otros 5 días más. Es increíble la cantidad de callejuelas, plazas, rincones hermosos que te encuentras al perderte por cualquiera de sus barrios. Tengo la sensación de haber dejado mucho que ver, a pesar de haber visto lo principal y más conocido.

Todo nos salió a la perfección, el viaje de ida, el de vuelta, el piso que alquilamos, el tiempo, los peques que se portaron como adultos,…

Vimos la plaza de S. Marco, el puente de Rialto, el de la Academia, el de los suspiros, la isla de Murano y sus fábricas de cristal, la isla de Lido y su playa, …Nuestro medio de transporte, a parte del de S. Fernando, fue el del “Barcobús”, perdón, el vaporetto, sacando un bono para los días de nuestra estancia, ya que es el mejor medio de transporte, y es recomendable ver también la ciudad desde el punto de vista del barco, desde sus canales.

Nos encontramos a una población amable, una ciudad limpia y con un aspecto general ordenado y cuidado. Los italianos son de cultura muy parecida a la española, por lo que te sientes en tu salsa.

Nuestro piso de alquiler daba a parte de a un canal, a una plaza, en la que pudimos ver cómo los vecinos de enfrente, con motivo de celebración de un acto familiar, sacaban a la calle sus mesas y se pusieron a comer allí en medio de la plaza, cómo en cualquiera de nuestros pueblos españoles.

Los peques aguantaron nuestras caminatas sin rechistar y esta vez sin medios de locomoción auxiliares (sillas o patinetes). También se vieron recompensados con tres tardes de playa en la isla de Lido, en la que disfrutamos y aprendieron a coger las olas, tanto por encima cómo por debajo, incluido Marco. La primera tarde a Sofía le picó una medusa en un pie, pero se arregló con una crema que le aplicaron los socorristas.

El tiempo acompañó aunque alguna noche no refrescaba lo suficiente y costaba dormirse con ese calor, pero en todo caso preferible a los 12°C que nos encontramos a la vuelta a Düsseldorf.

De las 400 fotos que hicimos he seleccionado estas para vosotros: Enlace a las fotos de Venecia.

Las comidas las hacíamos en casa, con los frescos productos comprados en el supermercado y el pescado del mercado de la plaza de Sta. Margherita. Pero las cenas la hicimos a base de ricas pizzas en un restaurante cerca de casa. Ya sabemos cómo debe saber un buena y auténtica pizza italiana.

En general Venecia es caro, pero no más caro que cualquier ciudad turística. Hay que saber alejarse de los centros más frecuentados y entonces se encontrarán precios más normales. Eso sí, hay precios para extranjeros y precios para foráneos. En uno de los bares, dónde nos sentamos a tomar un aperitivo, me querían cobrar por dos Spritze y dos fantas 13 €, cuando en la mesa de al lado le habían cobrado 5€ por dos Spritze y dos pinchos a dos jubilados del lugar. Una simple observación al camarero sirvió para rebajar el precio a 9 €.

No faltó una visita a la isla de Murano, que no hizo más que confirmar la poca afección que le tenemos a todos estos artículos innecesarios y terriblemente sobre valorados. Salimos de la isla con tan sólo un pequeño reloj de pulsera con cristal trabajado en la isla, para nuestra Au Pair que se marcha en Agosto. Pero nada más.

Extraño fue el que nosotros llamamos “Efecto góndola” que nos apareció a Raquel, al tercer día, y posteriormente a mi. Unos mareos que te dan la impresión de seguir en el vaporetto. Al principio lo achacamos a los efectos del bitter o del Lambrusco, o del Proseco que nos bebíamos a mediodía para comer, para luego pensar en algún problemilla de salud, pero en cuanto me apareció a mí también, dedujimos que era el efecto secundario de tanto viaje en vaporetto.

En uno de nuestro paseos sin rumbo por las callejuelas, desembocamos en una plaza en la que se celebraba una fiesta del barrio, en la que había un estrado para las actuaciones. Mientras comíamos unos estupendos mejillones cocidos por los vecinos, pudimos presenciar un tango bailado por varias parejas y posteriormente el canto de una anciana del lugar que se empeñó en coger el micrófono. Haceros una idea de lo bien que cantaba, que los peques se tuvieron que tapar los oídos. Eso sí, al final recibió aplausos y ovación.

Otra anécdota fue que al cruzarnos con una pareja con un niño de unos dos años en silla, y del que los padres estaban un poco hasta el gorro, pues les acababa de tirar por el suelo los juguetes. De repente nos ven llegar con los tres enanos, ese día vestidos igual, y la exclamación del padre le salió del alma: Joer, trillizos!!! El pobre hombre estaba desbordado con las jugarretas del suyo y se dió cuenta de que podía ser peor...

Si tenéis ocasión de ir, no os la perdáis, Venecia es muy recomendable.

18 de junio de 2007

Salida con el concesionario Porsche de Düsseldorf


Ayer domingo el concesionario de Düsseldorf, organizó una salida entre sus clientes.

Una buena excusa para escaparnos Raquel y yo por unas horas y dejar a los peques al cargo de Mathilde.

Nos juntamos 120 Porsche en el parking del concesionario a las 9h30.

Se nos ofreció un buen desayuno aunque nosotros llegamos un poco tarde y la cola para conseguir un café era demasiado larga. Eso sí, pudimos beber un buen zumo y comer una ensalada de frutas. Estábamos rodeados de la clase alta de Düsseldorf. Miraras a dónde miraras, siempre descubrías alguna marca entre la ropa de la gente y muchos de ellos estaban demasiado morenos para el sol de aquí.

A las 10h30 se nos dijo por fin a dónde nos dirijiríamos y se nos entregó el roadbook. Nos esperaban 98 km de bonitas carreteras de curvas en la región de Niederrhein, limítrofe con Holanda, para acabar en un castillo del siglo XIII dónde comimos y realizamos algunas actividades "deportivas" cómo tiro al arco y paseo en canoa.

A las 15h00 se daba el acto por concluído y cada uno volvía por su cuenta.

Para orgarnizar el viaje de ida, se dividió al grupo en 11 grupos de 12 coches, y la única norma era no adelantar al que tuviésemos delante. Tuve delante a un 993 cabrio con un escape deportivo que sonaba de maravilla y detrás a otro 964 cabrio con chip de potencia cartronic. Según el dueño tenía 300 Cv.

Estuvo muy bien, pues a pesar de mantener una distancia de seguridad entre nosotros, pudimos mantener una buena media y tomar alguna curvita alegremente. Sabes que el que tienes delante acelera al menos tan rápido como tu y el de detrás tiene la misma potencia de frenado que tú.
Pude ver un 993 GT, un 996 GT2 y un 997 GT3, los cuales estaban en el mismo grupo y aparcaron juntos.

A Raquel le está gustando cada vez más este tipo de actividades, pues al fin y al cabo se trata de hacer turismo. Creo que empieza a disfrutar del Porsche.

La anécdota del día fue que Raquel descubrió su deporte: el tiro al arco. Nos explicaron cómo funcionaba, cómo se debía coger el arco, cómo poner la flecha y como apuntar. Teníamos tres flechas. En su primera flecha, cuando estaba a punto de disparar, le dijo el instructor que apuntara un poco mas abajo. Le hizo caso y aún en la diana, la flecha se fue baja. En el segundo tiro, no le hizo caso e hizo diana: en pleno centro. El tercer tiro, aunque no en pleno centro,lo hizo en la siguiente circunferencia concéntrica al centro. Cómo le gusto, hizo otra tanda de tres tiros, y los tres fueron del estilo.

Eso si, teníamos las dianas a apenas 15 m, cuando en campeonatos se tira entre 150 y 200 m de distancia.

Las fotos del día están aquí.

Raquel y el windsurf.


Hace unos meses, descubrimos que en uno de los lagos al sur de Düsseldorf, había una escuela de windsurf. Como es un deporte que he practicado mucho de joven y que se que es relativamente rápido de aprender, y como Raquel se mostraba interesada, le recomendé que lo hiciera.

Ahora en Junio, con mejor temperatura, se decidió junto con una amiga a realizarlo. Era un fin de semana completo de 10h00 a 18h00. Empezaron con teoría y acabaron practicando lo aprendido. Raquel como buena alumna que es, ya supo el domingo ir y venir a diferentes puntos que se marcaba a lo largo y ancho del lago.

Ahora sólo le queda practicar, para lo que tiene una serie de horas a buen precio, y así podremos practicar juntos este deporte.

El sábado por la tarde fuimos, los peques y yo, a buscarla desde la otra orilla, por medio de un barco de pedales que alquilaban por horas. Raquel estaba impaciente esperándonos, pues se acercaba la hora de recogerla y no nos veía. No se imaginaba que bamos a aparecer vía marítima.

Aquí están las pruebas de sus proezas.

El cumple de Andrea y Sofía.



T
ras un año de espera, por fin llegó el día de su cumpleaños, y qué mejor forma que celebrarlo que con sus compañeras de clase.

Organizamos una pequeña fiesta en Bobolino, unas instalaciones con juegos para los peques. Se lo pasaron de maravilla, acompañadas de 12 compañeras-os. Sin parar de saltar en las camas elásticas, castillos hinchables y laberintos de pruebas.

Os dejo las fotos, que son más interesantes que mis descripcciones: Cumpleaños A y S.

8 de junio de 2007

Las abuelas volvieron a Düsseldorf

Tras el nacimiento de nuestra primera sobrina, Raquel debía visitarla par conocerla, por lo que se reservó una semana para volver a España. Esa semana hicimos intercambio: mandamos a Raquel y a cambio recibimos a Mamé. Y la semana siguiente devolvimos a Mamé a España y esta vez recibimos a cambio a Raquel y a abuela Fausta.

Para nosotros fueron dos semanas muy entretenidas, sobre todo para los peques que recibieron grandes dosis de mimos y cariños.

Además como se acercaba el cumple de las niñas, estas no pararon de recibir reagalos, y Marco también se llevó alguno de rebote.

Mamé nos hizo unas buenas comidas y cenas, que nos hicieron chuparnos los dedos.

Con ambas aprovechamos para pasear y tomar el aire por la ciudad.

Abuela Fausta disfrutó de las grandes explanadas de hierba y del frondoso de los bosques.

Pero mejor os dejo unas cuantas fotos de sus estancias:

Mamé en Düsseldorf

Abuela Fausta en Düsseldorf